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XXX Media Maratón Internacional Ciudad de Motril





Este año parece que los elementos se aliaron para concentrar todas las carreras posibles el mismo día, el 20 de Octubre… La XXXV Carrera Urbana Ciudad de Málaga, la I Carrera Solidaria Ciudad de Fuengirola, la XXX Media Maratón Internacional Ciudad de Motril, la XVI Media Maratón de Marchena-Paradas, la XIV Media Maratón CEPSA Palos de la Frontera…


Decidirme fue complicado, ya que las medias son mi distancia favorita y había 3 en Andalucía en el mismo día (en 2 de ellas había participado antes, con muy buenos recuerdos), y las dos carreras urbanas me llamaban golosamente, la de Málaga por ser mítica en el calendario de carreras de prácticamente cualquier corredor de la provincia, y la de Fuengirola por ser mi localidad y tener tan poca presencia de eventos deportivos relacionados con el atletismo en los recientes años.

La decisión final estuvo entre Fuengirola y Motril, pero acabó ganando esta segunda debido a que nunca había ocupado podio en esta carrera (pese a ser, junto a la Media Maratón de Marbella, la media maratón en la que más ediciones he participado, 4 hasta la fecha).

También influyó que tenía “mono” de media, tras la espectacular actuación que desarrollé en Marbella (aunque no esperaba para nada repetir los resultados, ya que el firme de la media motrilense es mucho más accidentado que el de la prueba de Marbella).

Siempre voy en coche a esta prueba, pasando la noche anterior en algún hostal con la familia, ya que la prueba comienza a las 10:00 am y hay casi dos horas de coche, pero como este año por motivos de salud mi familia no me pudo acompañar, la “aventura” de la media comenzó antes de tiempo, barajando opciones de transporte y alojamiento.

Finalmente, viajé con mi hermana, en bus y tren, y nos hospedamos en el Hostal Colonia, muy recomendable (15 euros la noche por persona, silencioso, acogedor, cerca del centro y de la estación…).


El día previo a la carrera recogí el dorsal en el polideportivo, y me informé sobre la salida, paseamos por la ciudad, y probamos lo más típico (en mi opinión) de la ciudad, la “leche rizada”, algo así como leche merengada helada.


Mientras recorríamos la ciudad estuve recordando anteriores ediciones en las que participé, la primera en 2009, una semana después de haber corrido la edición de la media de Marbella de ese año, y cómo el año pasado, que tuve un buen comienzo de temporada (aunque nada que ver con esta), conseguí rebajar mi tiempo récord del circuito, hasta 1:33:09.

Se hacía raro no estar con mi familia, pero bueno, mi hermana me hizo una excelente compañía, no tengo queja alguna.

Tras cenar y leer un poco, me acosté, cerca de las 11:00 pm, ya que a eso de las 8:30 am quería estar en pie para desayunar y prepararme para la carrera.

Muchísimas vueltas por la noche y me costó conciliar el sueño, pensando en la carrera del día anterior. Empezaría a las 10:00, y a las 12:00 teníamos que dejar la habitación, por lo que no podía permitirme tener un mal día, ya que me arriesgaba a que me cobrasen una noche extra, pero tenía la certeza de que iba a tener tiempo de sobra a llegar (a unas malas había hablado con la recepcionista y si llegaba cerca de las 12:00 podía usar una ducha situada en la primera planta, mientras dejase despejada la habitación a tiempo no habría problema).

Al menos dos veces soñé con la carrera, en la primera acababa en 1:32:00, bajando un minuto mi récord en la prueba, y en la segunda, 1:24:00, bajando por dos minutos mí tiempo personal.

El primer sueño fue muy realista, pero el segundo costaba de creer, ya que siendo Marbella casi totalmente llana era imposible hacer esa marca 3 semanas después del tiempazo alcanzado en dicha media.

Realistas o no, los sueños sueños son y a las 8:25 aproximadamente se desvanecieron del todo, con el sonido de la alarma del móvil de mi hermana.

Me desperecé, desayuné (plátanos, un par de porciones de pizza de la noche anterior y leche), preparé mis cosas, me vestí, y salí para afrontar la carrera, que sería la 20ª media maratón que completase de ir todo bien (hasta ahora, toquemos madera, nunca me he retirado de ninguna carrera en las que he participado).

Ya había gente corriendo (y a buen ritmo) camino a la salida, pero aún estaban inflando los arcos, así que fuimos al polideportivo y a la vuelta me despedí de mi hermana, que se quedó a desayunar en un bar enfrente de la zona de salida, y yo me coloqué en cabeza, para que no se repitiese la lenta salida de Marbella.



La espera se hizo muy larga, tanto que a los 10 minutos de estar de pie bajo el arco de meta empezaba a tener las piernas entumecidas de moverme poco.

Y al final fue un poco fútil esperar tanto tiempo, ya que nos comentaron que iban a quitar la cinta de plástico para que avanzásemos un poco, ya que la salida la marcaba un trozo de cinta adhesiva colocado en el suelo (los organizadores ya saben de buena tinta que siempre hay corredores que calientan hasta el último segundo y antes del pistoletazo se colocan delante de la línea de salida, y así evitan eso).


Pocos momentos después, y tras unas palabras de algún de relevancia (organizador de la prueba, concejal de deportes o figura similar, no recuerdo que cargo ostentaba), la prueba dio comienzo, y decidí comenzar con un sprint fuerte, colocarme a la cabeza de la carrera durante el primer kilómetro, y luego bajar un poco el ritmo y dejarme llevar.



Durante el primer kilómetro me mantuve a escasos 10-15 metros de la cabeza de la carrera, pensando en bajar un poco el ritmo al llegar al kilómetro 2 y seguir a un ritmo un poco más bajo, pero al llegar a la marca del segundo kilómetro las liebres (ciclistas en esta carrera) se incorporaron a la marcha, y la de 1:20:00 se colocó justo delante de mí.



Intenté seguirle el ritmo, pensando inicialmente en seguirla hasta el kilómetro 10 o así y luego ya seguir a un ritmo inferior, pero pasados unos 400 metros del segundo kilómetro se me empezó a escapar, por lo que decidí ahorrar fuerzas, ya que la carrera acababa de empezar y marcaba un ritmo que sabía que no iba a poder aguantar durante muchos kilómetros.

Empezamos a volver a la zona de meta, donde se celebraría una carrera popular de un kilómetro una vez que el último corredor de la media cruzase por ese punto, y continué la marcha un ritmo más asequible (el tramo era cuesta abajo), pero sensiblemente más suave que el que llevaba anteriormente, por lo que no perdía velocidad gracias a la pendiente, pero recuperaba algo de fuerzas.




Pese a que físicamente me encontraba muy bien (algo fatigado por el inicio tan fuerte, pero con muchas fuerzas), psicológicamente este tramo me resultó duro, ya que no estoy tan acostumbrado a ser adelantado y al acabar la pendiente hacia abajo si se notó que había suavizado el ritmo, y empezaron a pasarme grupos enteros de atletas, pero habiendo comenzado a un ritmo tan alto no me quedaba otra que hacer uno o dos kilómetros más suaves para no venirme abajo a media carrera.

Poco después de cruzar el kilómetro 4 me adelantaron la atleta que lideraba la clasificación femenina y su liebre, un muchacho de un club de veteranos de Almería, y ahí conseguí estabilizar el ritmo y quedarme a un par de zancadas de distancia de ellos.

Una vez pasamos el kilómetro 5 me sentí con más fuerzas, aceleré el ritmo para pegarme a ellos y ya dejé de ser adelantado por grupos de atletas, hasta el final de la carrera salvo alguna excepción de atletas en solitario y alguna pareja, prácticamente no fui adelantado.

Llegando al kilómetro 7 pequé de osadía y decidí adelantar a la atleta y a su liebre, pasando a varios atletas por el camino, pero en el kilómetro 9 me pasaron de repente (yo no había bajado apenas el ritmo, de hecho estaba acercándome a un pelotón liderado por una pareja de atletas del mismo club, uno con la camiseta a cuadritos que no conozco), a un ritmo no muy elevado pero superior al mío, y aunque intenté pegarme tras recorrer unos 500 metros juntos tuve que quitar el pie del acelerador y dejar que se fuesen alejando metro a metro, hasta que los perdí de vista en un giro.

Llegando al kilómetro 10 nos cruzamos con la cabeza de carrera, y me di cuenta de que la bicicleta de la 1:20:00 no estaba tan lejos (o eso parecía, había que dar la vuelta más lejos de lo que pensaba, este año el trazado no era el mismo que el del año pasado), por lo que apreté de nuevo un poco el ritmo, acercándome de nuevo a la muchacha y al corredor que le marcaba el ritmo, pero cuando estaba a unos 25 metros de ellos me di cuenta de que intentar alcanzar a la bicicleta era inútil, si lo conseguía no iba a poder mantener su ritmo más de uno o dos kilómetros e iba a estar en las mismas, así que bajé un poquito de nuevo en el kilómetro 11.

Creo que he sido un poco anárquico en general en esta carrera, pero también he sabido aprovechar los momentos de “subidón” anímico para subir un poquito al sentirme más fuerte, sin forzar demasiado, por lo que no lo veo como algo negativo (aunque suelo marcar un ritmo fijo y no me cuesta trabajo mantenerlo, normalmente, esta vez me “descontrolé” en algunos tramos).

Hasta bien entrado el kilómetro 13 estuve suavizando un poco, aunque nadie me adelantó hasta ese momento, veía alejarse al grupito de delante, y por eso lo supe (al igual que en Marbella no quise mirar el crono en ningún momento, y correr por sensaciones).

En el 14 me pasó un muchacho triatleta que, supuse, era promesa, y tras él me pasó otro muchacho, alto y con camiseta blanca, que no supe identificar (creo que era de alguna prueba del circuito de Granada), que también parecía ser promesa.

Ahí decidí que, dado que ya había recorrido ampliamente más de la mitad del kilometraje de la prueba, me la iba a jugar para pasar a esos dos corredores (o al menos ponerme a su ritmo), ya que muy probablemente serían de mi categoría (no los vi tras la prueba, así que no les pude preguntar).

Curiosamente, el triatleta cayó primero, en el kilómetro 15, se descolgó el solo, yo prácticamente “me lo encontré” mientras mantenía un ritmo fijo (ahora sí) e iba empezando a adelantar atletas lentamente.

En el 16 empecé a pegarme cada vez más al chico de la camiseta blanca, que también había bajado el ritmo, pero no de forma tan drástica, y tras recorrer algunos metros hombro con hombro, lo sobrepasé.

A partir de ese momento me dije que mi objetivo iba a ser no ser adelantado por ellos, por lo que hice algo similar a la “técnica” empleada en Marbella: Fijar la vista en el corredor que tenía inmediatamente enfrente y no parar hasta ponerme a su altura, al alcanzarlo, aguantarle el ritmo unos pocos metros para darme un leve respiro, fijarme otro objetivo, y alcanzarlo lentamente.

En algunas partes adelanté a varios atletas así, y en otros tramos pasaba varios metros a gran distancia del siguiente atleta, pero no bajé el ritmo salvo para beber en los avituallamientos.

Hubo muchos, no recuerdo cuantos con exactitud, y tenían agua helada, lo que es de agradecer, al igual que el aspersor por el que pasamos a la ida y a la vuelta, que mojaba suavemente sin empapar (el día, como es habitual en la prueba, fue muy caluroso).

En la subida, a diferencia de otros años, en lugar de subir directamente nos metieron a la derecha y callejeamos un poco hasta salir a una rotonda y retomar la ruta habitual, y al cambiarme mi esquema mental ese tramo se me hizo muy largo, ya que había perdido totalmente la noción del kilometraje restante y las referencias de anteriores años (quedaban un par de kilómetros para entrar a meta, por lo que pensaba que el resto del recorrido sería diferente, aunque al final no fue así).


El único momento de toda la prueba en el que decidí mirar el cronómetro fue en la rotonda bajo el puente que iniciaba el ascenso a meta, kilómetro 20, que pasé varios segundos sobre la hora 20, y ahí tomé conciencia por primera vez en toda la carrera, de que tenía posibilidades de batir mi récord personal (1:26:06), ya que aunque gran parte del trazado estaba en subida calculaba que hasta ese momento había rodado a un ritmo de unos 4:00-4:05 minutos por kilómetro, por lo que aun realizando los últimos 1100 metros a 5 minutos por kilómetro, no llegaría a la 1:26:00.


El corazón se me puso en la boza en la subida, pero ni era capaz de frenar las piernas ni quería hacerlo, y al alcanzar el punto más alto y comenzar el suave descenso para rodear la plaza y entrar a meta me pareció que estaba viviendo el momento en tercera persona, me pareció flotar desde ese punto hasta la llegada a meta.

Muy motivado por la casi total certeza de superar mi mejor tiempo y por los ánimos de la gente empecé a acelerar en los últimos metros, en los que adelanté a dos atletas en el giro a la plaza y a otros 4 en la misma entrada a meta.

Desde la misma curva hasta que crucé bajo el arco de meta no existió nada para mí salvo los metros que me separaban del final de la carrera y el imperioso deseo de recorrerlos cuanto antes.



Crucé la meta con poderosas zancadas con las que dejé atrás a un par de atletas bajo el mismo arco, y como acto reflejo, sin pensar si quiera, paré el crono.


Mientras caminaba hacia el estadio para recoger la bolsa del corredor y rehidratarme consulté el crono, que había parado en 1:24:52 (finalmente mi tiempo fue de 1:24:48, o al inicio o al final tardé en apretar el start o el stop), y me invadió una oleada inconmensurable de satisfacción.

Esperé a los dos muchachos a los que acababa de adelantar y los saludé y di la enhorabuena por bajar, al igual que yo, de la 1:25:00, una marca “codiciada” por muchos atletas en la media maratón (creo que por la barrera psicológica, al igual que la 1:35:00 o al 1:30:00, o la 1:20:00 según el nivel de cada uno).

Tras despedirme de ellos caminé a paso rápido, ya que tenía unos 15 minutos para volver al hostal, ducharme y dejar la habitación.

Bebí mucho, recogí la bolsa del corredor, me encontré con mi hermana y fuimos hasta el hostal hablando de la carrera.

Dio tiempo a todo sin problema y esperamos pacientemente a que llegasen todos los corredores, con Pilar cerrando la carrera (meritazo el de esta atleta veterana, la “abuela” de Andalucía según la organización de la carrera).


Entre medias me fijé de que ya habían salido las clasificaciones, 1:24:48 había tardado, haciéndome hueco por primera vez en la prueba en el podio de la misma, ocupando la 3ª posición promesa, y entrando el 98 de la general, por segunda vez consecutiva entrando antes de que el primer centenar de corredores cruzase la meta.

Poco después empezó la entrega de trofeos y medallas de las categorías absolutas, locales y del campeonato de Andalucía, en la que me coloqué en primera plana esperando subir a recoger mi merecido premio.


Empezaron primero por las categorías femeninas, y después las masculinas, hubo homenaje a un corredor veterano del circuito y la cosa pintaba para largo, así que decidí ponerme cómodo.


Mientras se repartían los premios me puse a hablar con mi hermana, y con Esther, una de las fotógrafas de la organización, que espero que me mande fotos de la misma en cuanto pueda (¡un saludo muchacha!).

Al final resultó que este año sólo se daban premios a los corredores de la general de la carrera, y el resto fueron para atletas federados.

Me pareció fatal, no porque me quedase sin algo “físico” para recordar el tiempo y la posición, sino porque hubo varias categorías que se quedaron desiertas (hubo sólo un promesa masculino, ninguna promesa femenina, dos júnior femeninas…) y los atletas que quisiesen competir en el campeonato andaluz debían de pagar un suplemento además del coste de la inscripción.

Por lo visto hubo varias quejas al respecto, entre las que incluyo la mía, espero sinceramente que para otro año se piense mejor, ya que creo que lo realmente importante es motivar y premiar el esfuerzo de los corredores populares, y no a los “cracks” de diferentes categorías que semana tras semana conquistan podios a lo largo y ancho de la comunidad.

No es que crea que tengan menos mérito, ni mucho menos, pero creo que puestos a elegir entre otorgar medalla a la élite, sabiendo que habrá categorías desiertas (y encima teniendo que pagar de más estos atletas, cosa que no entiendo) o a los corredores populares, que rara es la categoría en la que queda algún puesto desierto, pienso que se debería de mirar más por los segundos, corredores de élite puede haber 100 o 200 en una media maratón, pero son los otros 1500 o 2000 los que van a hacer que la prueba siga viva año tras año.

Igualmente mi tiempo era recompensa suficiente, y sobrante, para el esfuerzo realizado, así que me fui a almorzar a un hindú mientras esperaba al autobús de vuelta a Málaga mientras contaba a mi hermana mis peripecias en la carrera.


A modo de resumen, empleé 1:24:48 (nuevo récord personal en media maratón, 3 semanas después de destrozar el anterior en Marbella con 1:26:06), obtuve la posición 98 en la categoría general (97 masculino), corrí a un ritmo medio de 4:02 minutos por kilómetro y obtuve la 3ª posición en la categoría promesa.

Finalmente no me llevé trofeo, aunque por primera vez entré entre los 3 clasificados de mi categoría en la prueba, pero ahora que tengo tantos años por delante como atleta sénior y, si todo va bien, una progresión buena, espero que en alguno de los años venideros repita la actuación en esta categoría, aunque debo entrenar mucho para poder registrar tiempos que me permitan copar alguno de los tres primeros puestos de una de las categorías más competitivas en la media maratón.

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