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I CxM Sierra Blanca


Según una encuesta personal, 10 de cada 10 personas respondieron "¡estás loco!" cuando les comenté que, a 8 días de la maratón de Sevilla, iba a participar en un trail de 36 kilómetros.

No me parecía tan intrépido teniendo en cuenta que para la maratón de Málaga llegué a entrenar más de 120 kilómetros semanales y llegué muy fuerte, pero también es verdad que en esa época no conocía aun lo que era un trail en condiciones (de hecho había participado solo en uno hasta ese momento, "suavecito", en la Vertic Night.


Hasta hace exactamente dos semanas no pensaba que fuese a  poder correrla, ya que pensé en esperarme para inscribirme hasta que me llegase la licencia de montañismo, pero como la cosa tenía pinta de ir para largo decidí apuntarme sin ella directamente, cuando ya no quedaban plazas.

La respuesta fue masiva pese a ser la primera edición, pero por suerte hubo algunas bajas y el 1 de Febrero me comunicaron que había plazas libres, así que me apresuré para inscribirme sin pensarlo dos veces.

Sabía que iba a tener un margen de recuperación bastante justo para preparar Sevilla, pero si ya de entrada pensaba correrla, ahora que había conseguido por los pelos un dorsal no dudé un momento en participar.

La idea inicial era tomármelo como un entrenamiento de larga distancia, sin forzar, aunque he de confesar que a pesar de guardar fuerzas desde el primer momento (empiezo a aprender a dosificarme mejor, pero eso de llevar un ritmo en montaña todavía lo tengo pendiente) llegué realmente agotado.

Si llego a salir dándolo todo desde el minuto uno aun estaría llegando a la Cruz de Juanar...

¡Pero no anticipemos acontecimientos!

Todo comenzó a las 6 de la mañana, cuando ya vestido y con la mochila preparada me dispuse a desayunar, tres plátanos (y porque no quedaban más), medio litro de zumo de naranja y media tableta de chocolate con leche.

Quería tener energía para afrontar lo que me esperaba en Sierra Blanca, cerca de 2600 metros de desnivel positivo y más de 5000 acumulado en 36 kilómetros... ¡Una aventura en toda regla!


Tras el madrugón y el desayuno me recogió Gonzalo, que pese a estar rendido tras la sesión de senderismo de casi 3 horas de la tarde anterior (quería probar a llevar calcetines gruesos en las zapatillas de trail y darme un buen garbeo con ellas sobre superficies variadas para probarlas a fondo) se dio un madrugón de aupa para llevarme y acompañarme a la carrera (eso no lo hace cualquiera, ¡gracias de nuevo!)




Para evitar perdernos, cosa no demasiado inusual, llevábamos un mapa (desde la media de Antequera decidimos curarnos en salud, aunque vayamos a la vuelta de la esquina), aunque dimos una vuelta de más con todo y con eso antes de encontrar el polideportivo.

Aparcamos y nos dirigimos al polideportivo Paco Cantos para retirar el dorsal, donde me encontré con varios conocidos.

Conforme nos aproximamos al estadio pude distinguir los acordes del comienzo de "Thunderstruck", de AC/DC, un "temazo" desde mi punto de vista; ya empezaba bien la jornada...

En el interior del mismo estaban, entre otros, Francisco Campos, del Club de Atletismo Torremolinos (que me "regañó" por no llevar geles ni mochila de hidratación a una carrera tan dura), Ana María Corral, del Club Media Trail Mijas, con la que ya he coincidido en otros trail como en el de Pujerra, Fran, al que conocí también en Pujerra (antes de comenzar la carrera y durante el transcurso de la misma) o José Manuel, compañero del Club Atletismo Fuengirola.

Pasé un buen rato charlando con ellos, especialmente sobre la carrera dejé las cosas en consigna y me fui mentalizando de que ya mismo saldríamos en dirección al monte.

La charla con ellos me había inquietado un poco a decir verdad, ya que por lo visto se comentaba que la carrera aspiraba a ser la carrera por montaña más dura de Andalucía, y se estimaba que un corredor en forma podría tardar más de 6 horas en completarla.

Yo iba muy feliz pensando que tardaría poco más de 3 horas en acabarla (Pujerra no llegaba a 1 km de desnivel acumulado y la distancia era de 30 km, así que esta no podía ser muy diferente, aun teniendo en cuenta el perfil, que ya había estado estudiando), por lo que lo de las 6 horas me impactó un poco nada más oírlo.

Pero luego pensé que la semana pasada en el Calamorro eché casi dos horas y media sin darme cuenta, en 16 kilómetros (y 2 km de desnivel acumulado) con unas condiciones meteorológicas insuperables (debido a la dureza), así que siendo la distancia y el desnivel el de un par de "Calamorros" y un poquito más, la cosa tenía sentido.

Bueno, acabé con fuerzas, si hubiese salido con la idea de hacerlo dos veces hubiese dosificado más, y mi idea era salir reteniéndome, así que pensé que no iba a tener problemas (aunque, como hago siempre que corro en montaña, decidí no usar el cronómetro y correr por sensaciones).

Sin pensar demasiado en ello me empecé a preparar mentalmente para correr (a veces las carreras son más duras mental que físicamente, siendo la montaña un buen ejemplo debido a que muchos tramos se afrontan en solitario y tienes que ir pendiente a las balizas, el suelo y, si puedes, el paisaje) y de repente se anunció por megafonía que "Súper Paco" acababa de llegar y se disponía a retirar el dorsal.

Este "súper abuelo" de Cártama es una leyenda en las careras de trail, como todo aficionado a la montaña había oído hablar de él y de sus hazañas, pero hasta hoy no había coincidido nunca con él en una carrera.

Comentaba con entusiasmo con Gonzalo alguno de sus logros más recientes (sigo sus aventuras por las redes sociales) y él se mostraba algo incrédulo... pero tiempo tendría para verlo en acción.

Pensé en acercarme a sacarme una foto con él, pero rápidamente se formaron turnos para pedirle una instantánea y pensé que igual era mejor hacerlo una vez finalizase la carrera y estuviese más tranquilo.


Poco después nos comunicaron que el control de salida iba a comenzar, por lo que me despedí de Gonzalo y me dirigí a la zona donde se comprobaba nuestro dorsal y que llevábamos el cortavientos reglamentario, antes de entrar en el cajón de salida.

Entré de los primeros (no quería empezar tan atrás como la carrera del Calamorro), pero me coloqué entre la cuarta y la quinta línea de salida, ya que no pensaba salir fuerte.


Poco después llegó Fran, que me estuvo contando su experiencia en la Acinipo Ultra (no pude ir porque había un día de diferencia con La Capitana y me parecía una paliza correr las dos) y sus sensaciones ante el Ultra Trail Sierra de los Bandoleros, carrera de 150 kilómetros que acometerá dentro de pocas semanas.





Este año no me siento preparado como para correrla, si estuviese trabajando me pagaría la inscripción para probar a hacerla, aunque tuviese que acabar andando (me encantan los desafíos y éste es, sin duda, uno de dimensiones épicas), pero en mi situación económica actual no veo factible pagar una inscripción de casi 100 euros para participar en una carrera en la que actualmente no estoy preparado para acabar con garantías.

Mientras charlábamos los minutos pasaron rápidamente, y la salida dio comienzo en lo que me pareció un suspiro, tras una cuenta atrás desde 10 coreada por todos.




Pensé en comenzar la carrera al ritmo de Fran y descolgarme si el apretaba más (en Pujerra me adelantó prácticamente a mitad del recorrido, por lo que pensé que si dosificaba bien podría mantener su ritmo).





Empezamos por asfalto, y me resultó muy incómodo correr con las zapatillas con clavos, la sensación era muy extraña y el sonido del chocar de los clavos con el asfalto me parecía bastante desagradable, pero tras varias centenas de metros acabé acostumbrándome.


Cuando llevábamos cerca de un kilómetro recorrido Fran nos dijo que no estábamos yendo por el camino correcto, que el vivía en la zona y había que girar a la izquierda cuando nosotros seguíamos de frente.


Avisó a los compañeros que iban delante y se volvieron, mientras nosotros volvíamos sobre nuestros pasos y seguíamos el camino correcto, liderando la carrera durante unos minutos.


A pesar de estar en ciudad y tener balización habíamos tardado menos de 5 minutos de reloj en perdernos, a quien se le dijese que pretendíamos "conquistar" la sierra con semejante comienzo...


Íbamos en el grupo que lideraba la carrera, aunque no en cabeza, ya que sabíamos que los primero kilómetros en una carrera de montaña no son más que calentamiento, especialmente antes de llegar al mismo monte.


Cruzamos el puente sobre la autovía, y ahí nos presentamos Fran y yo, ya que aunque nos conocíamos de vista no sabíamos aun nuestros nombres.


A los pocos metros los auténticos líderes de la carrera retomaron la posición, y seguimos avanzando por una alargada pendiente asfaltada, camino de la sierra, que nos aguardaba impaciente.


Al final de la pendiente había un cambio de rasante, la carretera descendía y daba paso a la tierra tras ella; ¡Habíamos llegado a la entrada del monte!


El ritmo de la carrera cambió por completo, mientras que algunos corredores apretaron el paso y nos pasaron como exhalaciones esquivando rocas raíces y ramas otros redujeron el ritmo hasta un ligero trote.


Fran lo mantuvo como si no hubiese habido transición de asfalto a tierra, y me dispuse a seguirlo, pero tras una centena de metros noté que me empezaba a faltar el aliento (habíamos comenzado con un tramo bastante exigente) así que le desee suerte y dejé que se fuese.


Los primeros metros por el monte supusieron un cambio abismal con respecto a los dos primeros kilómetros que habíamos realizado por asfalto, pasando de correr sobre asfalto a correr sobre tierra y rocas esquivando todo tipo de obstáculos, atravesar un arroyo e incluso tener que saltar sobre troncos.


Para los cracks del nivel de Zaid o Iván Ortiz (campeones de la prueba, ¡enhorabuena!) posiblemente salvar estos obstáculos sea cosa sencilla (como podemos observar en la foto), pero a mi me bastó con eso para bajar de un ritmo de 5 minutos por kilómetro a más de 7, y sufriendo para poder mantenerlo.




Por eso mismo decidí empezar a bajar el ritmo hasta poner uno con el que me sintiese más cómodo, y en las primeras zonas de carriles en las que podíamos correr cómodamente alargaba la zancada y en aquellas en las que el camino era más tortuoso y había que avanzar en fila de a uno bajaba el paso.


Aquí se me ve desde lejos a punto de cruzar otro arroyo, en la cañada de los monjes:








Hasta el primer avituallamiento, en Puerto Rico Bajo, fui adelantado por varios corredores (alguno se paró unos instantes al reconocerme por el blog y tras felicitarme y desearme suerte siguieron su camino, lo que me llenó de orgullo y motivación).

El primer avituallamiento paré para beber bastante, ya que aunque no tenía nada de sed estaba sudando muchísimo, y en una carrera en la que podía estar más de 6 horas corriendo lo último que quería era deshidratarme.


Tras beber un par de vasos de agua y uno de isotónica a buches pequeños continué mi camino, espoleado por los voluntarios, fotógrafos y curiosos que allí se encontraban.


Me adelantó con muchísima facilidad un corredor con bastones, y me planteé por primera vez llevarlos yo mismo, ya que en montaña solo uso los brazos para equilibrar el cuerpo, y normalmente no sé qué hacer con ellos, por lo que llevando bastones ligeros podría equilibrarme con mucha mayor facilidad y quitar trabajo a las piernas, que tras una decena de kilómetros corriendo trail empiezan a cargarse como corriendo el doble sobre asfalto.


Pasado el avituallamiento hubo una zona por la que se podía correr bien, y simplemente alargando la zancada pasé a media decena de corredores.





Entre los que adelanté me fijé en uno que llevaba una camiseta del Maratón Alpino de Jarapalos 2012, por lo que debía de tener mucha experiencia en la montaña, y me sorprendió pasarle con tanta velocidad.

No sabía si había empezado delante de mí o si me había pasado en el avituallamiento, pero no fue la última vez que lo vi.


Cada vez que ascendíamos toboganes me pasaba con una facilidad pasmosa, y cuando el camino se hacía más practicable le sacaba varias decenas de metros de ventaja sin cambiar de ritmo si quiera.


A la tercera vez que me pasó tomé la resolución de seguir su ritmo, ya que mi idea era avanzar de la forma más económica posible (energéticamente hablando), y estaba convencido de que su forma de correr era más eficiente que la mía, ya que siempre acababa alcanzándome.


Lo alcancé en un tramo de bajada, antes de comenzar un ascenso de varios metros y una inclinación bestial, y me preguntó si quería que me dejase paso, pero le dije que no, que iba a seguirle.


Me dijo que como viese, pero que iba "tocado" y que la rodilla la llevaba fatal.


Como no le puse objeción a bajar el ritmo en las zonas en las que podía ir más rápido simplemente ampliando la zancada y me quedaba varios metros por detrás de él, para no incomodarle, no le importó.

Aproveché los tramos más despejados para recuperar, justamente al contrario que suelo hacer, mientras que en las subidas me quedaba sin aliento intentando seguir el paso de sus ágiles zancadas.


Creo que aprendí bastante siguiéndole, y dejé de hacerlo tras varios kilómetros, ya que tras saludar a otro corredor dijo que estaba corriendo el trail corto (por lo que pronto iba a tener que continuar en solitario) y como iba "tocadillo" de la rodilla acabó bajando demasiado el ritmo.


Continué en solitario, apretando de nuevo un poco el paso cuando podía correr con más comodidad, y empecé a acercarme a un corredor con la camiseta del Grupo Alpino de Benalmádena.


En ese tramo podía avanzar sin dificultades y mantener un ritmo rápido sin demasiados problemas, así que le di alcance, y como en las subidas noté que también era experimentado, decidí ponerme a su ritmo, sin pasarle.


Notó mi presencia y comenzamos a hablar, de Calamorro, que también corrió y del trail en general.


Sin embargo pocos metros más adelante me dejó atrás, tras bajar por un río en el que un voluntario nos indicó el camino sobre las piedras del mismo, e iniciar un ascenso bastante complejo.


Continué solo durante varios metros, escuché pasos detrás mía y pensé en pegarme al grupito que viniese, pero cuando me adelantaron iban tan rápido que por poco no me despegan el dorsal (vale, exagerando un poco, pero iban tan fuerte que ni me lo planteé).


Seguí, nuevamente en solitario, subiendo sin descanso y acercándome a un cambio de rasante que indicaba que pronto empezaría un descenso.



Llegando arriba del todo me adelantó el muchacho de Jarapalos (no sé como pudo recortarme la ventaja en tan pocos metros), así que seguí con él un rato más, corriendo por un tramo estrecho con una valla a un lado y una ladera escarpada al otro.



Al final de ese tramo me adelantó también Francisco Campos, que se sorprendió de que fuese tan tranquilo, pero le comenté que tenía pensado correr la maratón de Sevilla en 8 días y me dijo que en ese caso demasiado fuerte iba y que tuviese cuidado, y siguió a su ritmo.


En la bajada llegando a Ojén me dejé de ir y adelanté a varios corredores sin demasiado esfuerzo, pero como no quería dejarme llevar por la euforia y acelerar más de lo debido, en cuanto puse un pie en el asfalto decidí rebajar el ritmo.





Pasé por Ojén entre los vítores de los espectadores y me encaminé hacia el tercer avituallamiento, donde empleé más tiempo que en los dos anteriores juntos (en el segundo bebí solo un par de vasos de agua), ya que me bebí 3 vasos de agua y me comí 2 naranjas, muy ricas, por cierto).

Uno de los voluntarios se acercó mientras recuperaba y me felicitó por el blog, como habían hecho antes otros corredores; me da muchísima alegría que cada vez más gente siga mis andanzas en el mundillo, especialmente porque no son nada extraordinario, cualquier persona con disciplina y entrenamiento podría hacer lo mismo que yo, e incluso mejor.


Igualmente me animó muchísimo, y tras recuperar seguí, por primera vez desde que empezó la carrera, a un ritmo más alto del que podía mantener.


No quería darme cuenta, pero en menos de un kilómetro alcancé a Francisco Campos de nuevo, por lo que decidí decelerar por mí mismo, antes de que mi cuerpo me obligase a ello.


Pasé un rato charlando con él, ya que llevaba un ritmo muy regular y aunque en las subidas me dejase atrás, en las bajadas recuperaba la ventaja que me sacaba sin muchos problemas.


Me comentó que de los 3 tercios en los que se dividía la carrera acabábamos de completar el primero y aun teníamos que enfrentarnos a la parte más dura, así que decidí rebajar aun más el ritmo.


Como ascendíamos exponencialmente más terreno del que descendíamos, acabó alejándose poco a poco, y cuando me quise dar cuenta y volví la vista atrás estaba solo.


El corredor más cercano era Francisco, posiblemente a 300 metros o más de mí, y no había ni rastro del corredor más cercano a mí por detrás.


Seguí en solitario, prestando atención a las balizas, y al terreno cuando no tenía rastro de ellas, pero no tuve problema alguno para orientarme.


En ningún momento me sentí intranquilo, ya que oía voces lejanas (no sabría decir si de voluntarios o corredores, o si desde atrás o adelante) y había rastros de actividad reciente por todos lados, así que, aunque corrí en solitario durante algo más de 15 minutos, no me sentí completamente solo en ningún momento.


Por desgracia, uno de estos rastros de actividad fue encontrarme un plástico amarillo de un gel en el suelo, es una pena que algunos corredores no respeten la montaña que la organización prepara para que puedan recorrer con seguridad.


Al comenzar a ascender por una subida alargada en forma de zeta vi a lo lejos que un grupito de 3 corredores estaba acabándola, y desaparecían al girar a la derecha, por lo que me animé al ver que por fin me estaba acercando a alguien (no sabía si el ritmo que llevaba era bueno o no, ya que me sentía muy cómodo con él y no tenía ninguna referencia para comparar, así que quizá fuese demasiado bajo).


Cuando estaba a media subida oí voces cercanas y vi que varios atletas me estaban dando alcance, por lo que me quedé más tranquilo (durante varios minutos pensé que igual era el último corredor y no llegaba a tiempo a algún paso y me quedaba fuera, ya que no veía a nadie por detrás).


Seguimos subiendo y un corredor se paró un momento a preguntarme si iba cómodo con las zapatillas.


Sabía el nombre, y lo pronunció como debe ser "áinov" (Inov), y como siempre lo he escrito o leído pero nunca lo había leído me sonó raro, y tardé en reaccionar.


Le dije que genial, que se agarran de maravilla, pero que en los tramos sobre asfalto me siento raro con ellas y que a veces al aterrizar sobre una piedra que no he visto, si choca directamente contra un clavo, el impacto es un poco doloroso (pero nada comparado con que chocase contra la suela de una zapatilla normal).


me dio las gracias por mi comentario y aumentó el ritmo considerablemente, dejándome atrás en un abrir y cerrar de ojos.


Yo seguí a mi ritmo, mientras el grupito que llegaba desde atrás me iba alcanzando.


En un giro con un cambio de rasante me encontré al atleta que me había preguntado hacía pocos minutos que cual era el camino.


No vi balizas, por lo que dudé un instante, pero tras un rápido vistazo vi que la tierra de uno de los camino estaba significativamente más levantada, por lo que le dije que siguiésemos de frente, y a los pocos metros encontramos una baliza que nos indicó que ese era, en efecto, el camino correcto, y una vez más apretó el ritmo y desapareció tras un giro.


El grupito que venía desde atrás ya me había alcanzado, y avanzábamos juntos por un tramo con un desnivel significativo, pero poco técnico, a buen ritmo.


Empecé a notar una especie de vibración en el ambiente, y escuché un zumbido lejano que se acercaba, y de repente una ráfaga de aire barrió la zona.


El aire estaba bastante frío, lo noté a través del cortavientos, la malla térmica y la camiseta interior, y comprendí de inmediato por qué era obligatorio el uso de cortavientos, que hasta ese momento había visto como innecesario, ya que estaba sudando la gota gorda.


En pocos minutos dejé de sudar y las puntas de los dedos de las manos se me quedaron congeladas; se notaba que estábamos a más altura, y el cielo, soleado mientras ascendíamos por la cara sur, estaba completamente cubierto por unas amenazadores nubes negras.


Empecé a notar un hambre y una sed bastante acuciantes, lo que me pareció una señal terrible, ya que generalmente uno necesita comer o beber antes de notarlo, y más de esa forma.


Apreté el ritmo por pura supervivencia, ya que sabía que había un puesto de avituallamiento cerca, y dejé atrás al grupito y a un par de atletas a los que di alcance al aumentar el ritmo.


Aun no veía ni rastro del avituallamiento, pero al menos el cambio de ritmo me había hecho entrar en calor, y ya comenzaba a notar los dedos de nuevo en el interior de los guantes.


Al llegar arriba varios voluntarios me dijeron que a 100 metros había un avituallamiento, en el que pasé por lo menos 3 minutos recuperando energías (posiblemente más, ya que varios atletas llegaron, recuperaron y se fueron mientras yo seguía ahí).


Me bebí 4 vasos de agua a sorbitos, que me supieron a gloria (tenía ya los labios resquebrajados entre el viento, la falta de agua y el respirar por la boca en las subidas), un par de isotónica, me comí algo más de dos naranjas en pequeñas porciones y un plátano entero.


Dejé de comer y beber cuando ya notaba el peso de la fruta y los líquidos en el estómago, por lo que me quedé tranquilo (no sabía cuantas horas de carrera llevaba, pero estaba convencido de que cerca de 2 y media por lo menos, y en todo ese rato no había orinado ni una sola vez, lo que no podía augurar nada bueno).


Me despedí de los voluntarios tras darle las gracias y comencé a bajar.


Vi a lo lejos a un corredor con un cortavientos rojo, y pensé en dejarme de ir hasta que lo alcanzase, para seguir a su ritmo después.


Lo alcancé y para mi sorpresa era el mismo corredor del Grupo Alpino con el que había hablado anteriormente, pero con el cambio de azul a rojo no lo había reconocido desde lejos.


Me pegué a él, pero noté que tenía que orinar, por lo que me puse en un lateral de la carretera un momento.


Tal y como imaginé la orina estaba bastante oscura, síntoma inequívoco de deshidratación, pero al menos los líquidos estaban empezando a fluir, y tras todo lo que había bebido estaba convencido de que iba a llegar en condiciones óptimas hasta el siguiente avituallamiento.


De hecho de sobra (aunque mejor, ya que no sabía cuanto tardaría en llegar al siguiente avituallamiento), ya que notaba el peso en el estómago al avanzar, ralentizándome un poco.


Estábamos corriendo sobre una serpenteante carretera de asfalto, cuando un cartel nos indicaba que estábamos penetrando en Juanar.


Unos voluntarios me indicaron que me pegase al extremo derecho izquierdo de la carretera (iba por el derecho, pegado a la montaña), ya que aunque los conductores estaban alertados de nuestra presencia, así me verían mejor.


Hice caso y continué, recortando la distancia que me llevaba el corredor del cortavientos rojo.


Lo alcancé cuando comenzábamos una bajaba bastante escarpada, a la izquierda de la carretera, me puse tras él, y comenzamos a charlar.








Ese tramo se me pasó en un suspiro, me comentó que era de Manilva, hablamos sobre dónde entrenábamos, carreras en las que habíamos participado, experiencias atléticas... un poco de todo.



En un momento dado bebió y me ofreció un trago de agua, que acepté gustoso, ya que empezaba a tener la garganta seca, al respirar por la boca en las subidas.

Creo que uno de los mayores actos de bondad que se dan en las montañas en compartir las reservas de agua propias con otra persona, estoy muy agradecido por ese gesto que tuvo conmigo.


Él subía muchísimo mejor que yo, pero subiendo un poco el ritmo lo acababa alcanzando, y en las bajadas recuperaba, como había hecho antes con el muchacho de Jarapalos.


El viento se va haciendo cada vez más fuerte, y la sensación térmica bastante más fresca, por lo que me alegro de ir acompañado en esos kilómetros, ya que con la charla evadía mi mente del dolor que empezaba a emanar de mis piernas y del desagradable frío.


Por cierto, las molestias que tuve en el tendón de Aquiles en Calamorro las he solventado sin problemas poniéndome calcetines gruesos altos, ya que así evito el roce de las zapatillas con la piel.


Comentamos que tiempo pensábamos hacer, él me dijo que 4 horas y media más o menos, y al decirle que yo sobre 6 (o eso pensaba) me dijo que al ritmo que llevábamos las iba a reducir sin problema.


No me preocupaba tampoco ya que no me estaba jugando nada (en todo caso, una posible lesión en caso de forzar), así que pensé que si llegaba antes, mejor para Gonzalo, ya que podría volver antes a casa.


Pasamos por una zona plagada de senderistas, que nos obligó a reducir ligeramente el ritmo, y nos dio alcance un grupito de corredores.


Uno le comentó a otro "por esta fue la zona por la que me perdí" y yo contesté en voz alta, en tono humorístico "vaya, ahora estoy mucho más tranquilo"; Me cayeron bien al instante.


Tropecé con una piedra, y al segundo escuché un tropezón detrás mía, tropezamos los dos con la misma piedra, como buenos humanos.


Y como buenos humanos también, nos perdimos y tuvimos que volver por nuestros pasos al ver (habíamos ascendido cuando el camino continuaba recto, casi en descenso) a varios corredores bastante por debajo de nosotros.


Nos alcanzó el atleta de Manilva, que se había quedado un poco rezagado, y continuamos juntos.


Comenté que según mi GPS llevábamos recorridos unos 20 kilómetros, pero como se autoparaba cuando el ritmo era muy lento y en varios tramos no tenía cobertura, posiblemente llevásemos más.


Me dijeron que no creían, pero el corredor de Manilva dijo que sin duda se habría comido varios.


En una media maratón ha llegado a darme 400 metros de error (de menos, de más nunca da), así que en una carrera de montaña no era descabellado pensar que con el desnivel el error podría ser mucho mayor, pero fuera como fuese, yo iba tranquilo, estaba disfrutando muchísimo del recorrido, del paisaje (aunque solo pudiese levantar la cabeza del suelo de forma anecdótica, para evitar tropezar) y de la compañía.


Vimos sobre nosotros a un grupo de corredores avanzando varios metros por encima de nosotros (como la pared era totalmente vertical, supusimos que habría que avanzar bastante para llegar a esa zona) y seguimos a buen ritmo.


Personalmente pensaba que nos sacaban más ventaja de la que realmente nos sacaban, pero tardamos poco en ponernos a su altura (con respecto a nivel del mar, alcanzarlos no los alcanzamos) al subir un tramo en forma de zeta con cambio de rasante.


Nos encontramos con varios voluntarios (había cerca de cada avituallamiento y en los tramos más difíciles, un 10 para la organización, como corredor me sentí totalmente arropado y protegido en todo momento) que nos comunicaron que a pocos metros (unos 400, en un tramo muy sencillo y casi sin desnivel) encontraríamos otro avituallamiento.


Me adelanté al grupito, ya que tenía hambre de nuevo, y quería recuperar antes de continuar, por lo que pensé en forzar un poco, recuperar tranquilamente y seguir con ellos después (viendo lo que tardé en el avituallamiento anterior, si llego a emplear el mismo tiempo en ese luego me hubiese resultado muy difícil alcanzarlos).


Llegué al avituallamiento, rodeado de corredores, y me fijé en que además de agua, isotónica, naranjas y plátanos tenían orejones y dátiles.


Nunca he sido muy fan de los dátiles, aunque prometo darles otra oportunidad, pero los orejones nunca me han disgustado, y tras comerme un par más de naranjas y un plátano, entre abundantes sorbos de agua, probé a comerme un orejón.


Me supo a gloria, así que me comí varios más, mientras el grupito ya había llegado y estaba acabando de recuperar.


El muchacho de Manilva preguntó si había coche escoba, si quedaba algo de ascenso y si era muy duro, y le dijeron que sí a todas las preguntas, ya que quedaba lo que para ellos era lo más duro: El ascenso a La Cruz.




Pregunté en el puesto de avituallamiento si podía coger algunos orejones para el camino y me dijeron que sin problema, así que cogí un puñadito y los metí en un bolsillo con cremallera de la malla.

Cuando di las gracias y me dispuse a marcharme tras el grupito, que ya había retomado la marcha, vi a José Manuel, que acababa de llegar al avituallamiento, y me dijo "¡Camacho, que te cojo!"


Le saludé y seguí mi camino, sabiendo que si no me cogía antes de llegar al siguiente avituallamiento, lo haría en el mismo avituallamiento, ya que estaba empleando bastante tiempo en cada uno.


Antes de ascender a la cruz pasamos por un tramo de descenso muy técnico sobre roca, que tuve que bajar en cuadripedia y deslizándome sobre las rocas.


No llegué a alcanzar al grupo, al revés, el muchacho de Manilva me alcanzó a mi, y dejé que me adelantase para seguir su ritmo, aunque se me fue en pocos metros.


Lo alcancé de nuevo en una pequeña subida, y le dije que el GPS me había marcado ya los 23 kilómetros, en la bajada anterior, y una voz desde detrás lo confirmó diciendo que el suyo marcaba 23 kilómetros 300 metros.


La voz me resultó familiar, y al volverme me encontré con José Manuel.


Me preguntó por mi padre, por compañeros del club y comenzamos a charlar.


Cuando iniciamos el ascenso a La Cruz el muchacho de Manilva se quedó un poco atrás, y nosotros continuamos el ascenso.


Dejé que él fuese delante, marcando el ritmo, y aunque un par de veces me dijo que si quería adelantarle le dije que no se preocupase, que siguiese sin problema, que no tenía prisa.


Al final acabó parándose (el ascenso era de una dureza implacable, sobre rocas prácticamente todo el rato, y requiriendo escalar en varios tramos, por lo que tenía que subir a cuatro patas e impulsándome sobre las piedras con manos y piernas), por lo que lo acabé adelantando.


Hubo un momento en el que no vi más balizas y me quedé parado, y José Manuel me dijo, desde abajo, que estaba más arriba.




Miré y en efecto, ahí estaba, ondeando al viento, pero no tenía ni idea de como llegar hasta allí, ya que no veía rastros de paso por ningún lado, así que simplemente escalé en diagonal hasta la baliza, que me guió a otra baliza, y así cerca de una decena de veces, hasta llegar a un tramo en el que había un pequeño camino y ya se podía avanzar sobre dos piernas.








Al volver a la bipedestación elevé la vista al frente, y vi que tras una subida no demasiado complicada había un grupo de voluntarios, jaleando a los corredores que estaban acercándose, y allá me dirigí.

Salté sobre una roca y vi a pocos metros a una fotógrafa "escondida" tras otra roca, y tras brincar para salvar los rocosos obstáculos y darme un pequeño sprint llegué a la zona elevada donde se encontraban los voluntarios.


Me dijeron que llevaba un ritmo excelente y lo estaba haciendo genial, que siguiese adelante y otro voluntario me enseñaría el camino.


Vi una cruz y en seguida supe que había completado el temible ascenso a La Cruz (esta foto no es de ayer, el cielo estaba completamente cubierto de nubes, por lo que no pudimos disfrutar de esas excelentes vistas, pero viéndolo por el lado positivo, ya tengo una excusa para volver el año que viene).




Esta segunda foto si es del día de la carrera, a las 10 de la mañana (conforme avanzó el día el cielo se fue oscureciendo más).



Además de voluntarios había varios curiosos, y cuando llegué a la cruz pregunté en general (no sabía a quien dirigirme) por dónde seguir.

Un voluntario se ofreció a guiarme, y dando saltos muy ágiles (se notaba que tenían las piernas frescas) se adentró entre la rocas.


le seguí durante varios segundos, hasta que se paró y me dijo "ahora sigue a la izquierda y te cuidado con la bajada, hay 50 metros muy difíciles, mucha suerte" y se volvió.


En efecto eran difíciles, y a ellos siguieron unos tramos de descenso en zeta bastante peliagudos.


José Manuel me dio alcance y comenzamos a bajar juntos, pero sobre la mediación de esa zona se me metieron unas piedras en la zapatilla izquierda, así que le dije que esperase un momento y lo cogía en breve.


Paré para desatarme la zapatilla, pero como en Calamorro acabé hasta las narices el nudo era imposible de desatar con los guantes puestos, por lo que le pedí a una de las muchachas que se encontraban en esa zona que me sujetase uno de los guantes, y ya con más control pude desatarme y atarme (de nuevo a conciencia) las zapatillas; no se me desataron ni una sola vez.


Además de las piedras que acababan de entrar salieron otras, cuya presencia no había detectado antes, así que creo que me voy a hacer con unos manguitos tobilleros (el corredor de Manilva, por ejemplo, los llevaba), para evitar esos problemas.


Había perdido un par de minutos al menos, así que traté de dar alcance a José Manuel, pero tras un tramo a un ritmo bastante alto desistí, ya que estaba llegando al límite de mis fuerzas y no había ni rastro ni de él ni de ningún otro corredor.


Durante varios minutos no veía a nadie por delante, y desde atrás pasaban corredores que me adelantaban con una facilidad enorme, aún intentando igualar su ritmo.


No sabía que me pasaba, hasta que me di cuenta de que me estaba enfrentando, una vez más, al muro.


Me dolía todo, y durante más de un kilómetro pensamientos negativos cercaban mi mente (del tipo "decías que no ibas a forzar", "si aun guardando energías estás muerto imagina si hubieses salido más fuerte" etc), hasta que llegó un punto en el que pensé que no podía experimentar más dolor del que estaba experimentando en ese momento, y cambié el ritmo a uno ligeramente más alto, sin saber si podría mantenerlo más de una decena de metros.


Pude, y, en efecto, no dolía más, no sabía si reír o llorar, pero opté por callar y seguir adelante.


Me costaba coordinar mis pasos y cada pocos metros tropezaba con las piedras, y en un momento en el que dejé paso a un corredor que llegaba desde atrás perdí el equilibro y aterricé con la mano izquierda sobre unas zarzas.


Me puse en pie dolorido y esperé a quitarme los pinchos del guante para seguir, y cuando lo hice noté la cabeza más despejada.


Hubo un momento dado en el que un "corredor fantasma" (lo digo porque no llegué a verle la cara, noté su presencia y hablé con el pero sin girarme, y después ya no sé si volví a verle o no) me dijo que llevaba unas zapatillas muy buenas, que él llevaba las X-Talon y le iban genial.


Me empecé a encontrar mejor y apreté un poco el paso, dejándolo atrás poco a poco.


El camino comenzaba a descender más suavemente, si me dejaba caer seguramente llegaría en breve a la ciudad, ya que no podía quedar mucha distancia (igual sí, pero acallé la parte de mi mente que dudaba y seguí adelante).




Para mi sorpresa no tardé en alcanzar corredores, pasando varios en poco más de un kilómetro.

Hubo un repecho (¿pero no era ya todo cuesta abajo?) y tuve que subirlo andando a pasos cortos, ya que notaba todo el cuerpo a punto de acalambrarse, no sabía por donde primero (gemelos, cuádriceps, cuello, espalda...).


De repente, cuando volví a tener el desnivel a favor, llegué a una zona de equilibrismo total, el lecho seco de un río plagado de piedras, por las que fui avanzando a saltitos, poco a poco.





Un par de corredores me adelantaron por esa zona, entre ellos el corredor de Manilva, así como un corredor que iba con bastones (al que había adelantado en un avituallamiento pocos metros antes), pero recuperé la posición una vez que volvimos a la tierra.

No estaba seguro del todo, pero esa zona me resultaba cada vez más familiar, y apreté el paso sacando fuerzas de no sé donde.


Cruzamos multitud de arroyos (perdí la cuenta tras el tercero, no sé cuantos serían) y avanzamos mientras el terreno continuaba en descenso.


De repente pasé por el inconfundible tramo de los troncos caídos, que salté de forma bastante más torpe que a la ida, y empecé a acercarme a otros corredores, llegando al tramo en el que a la ida había saltado tan audazmente sobre las rocas y que esta vez me obligó a frenar considerablemente antes de continuar.






En uno de los últimos tramos de tierra me pegué un cabezazo contra una rama que me dejó desorientado por un momento, menos mal que llevaba el gorro puesto y amortiguó un poco...

Me lo recoloqué y continué avanzando, con más cuidado de por donde pisaba y avanzaba...


Vi a lo lejos la zona de asfalto, y la cuesta me pareció inclinadísima, así que me incliné totalmente y puse las manos en la espalda, para avanzar lo más rápido posible.


Cogí un vaso de agua y uno de isotónica que una sonriente voluntaria me puso en las manos, y continué andando hasta que los apuré del todo.


Dejé los vasos en un contenedor amarillo y eché a trotar cuesta abajo, mientras mis zapatillas rechinaban contra el asfalto.


Al final de la calle había varios corredores, a los que me fui acercando poco a poco.


No sabía cuantas horas había pasado en la montaña, pero calculaba que ya eran las 2 y media por lo menos, teniendo en cuenta los olores que emanaban de las casas y hacían mi boca agua.


Fui alcanzando poco a poco a los corredores que iban por delante, mientras seguía las balizas.


Una voluntaria me dijo que me pegase a la derecha, ya que podían circular coches, así que eso hice, mientras seguía bajando por el asfalto.


Crucé una carretera, di alcance a otro corredor y llegué a la avenida que dejaba el Lidl a mano derecha.


Iba por la parte derecha de la acera, y me metí por la jardinera para avanzar más cómodo, mientras comenzaba a dar alcance a otro corredor.


Llegamos a un paso de cebra custodiado por voluntarios, y tuve que volver al asfalto para cruzar al otro lado de la calle.


En esa acera no podía meterme por la jardinera, ya que había plantas y no quería pisarlas (una cosa es pisar césped o tierra y otra plantas), así que continué poco a poco por la acera.


Cuando reconocí la carretera a la izquierda que guiaba hacia el polideportivo pensé en dar un último sprint, pero reconsideré la opción, ya que de nada iba a servir "reservar" (si llego a correr la carrera con un planteamiento"normal" no quiero pensar como hubiese llegado) si acababa dándolo todo en un sprint, exponiéndome a doblarme un tobillo por correr con los clavos sobre asfalto, por ejemplo.


Así que simplemente cambié de ritmo y disfruté de las últimas zancadas que me quedaban por dar en la carrera, que acabé cuando un joven voluntario me colgó al cuello la medalla de "finisher" (no tenía ni idea de que nos darían una, fue un detalle muy bonito que pienso guardar como oro en paño).
















A propósito, luego he sabido que ese joven voluntario fue subcampeón cadete en la carrera corta, con 14 años recién cumplidos, estoy seguro que de aquí a unos años será un gran campeón.


Nada más terminar me dirigí al avituallamiento de meta para beberme un par de vasos de agua, Gonzalo llegó y me felicitó por la carrera, y en ese momento, el árbitro de la federación, "Peri" me preguntó mi edad.


Le dije que tenía 22 años, y me dijo que era campeón promesa, que me esperase a la entrega de premios, que sería sobre las 5 de la tarde.


Me dejó a cuadros y por un momento no supe que responder, así que le di las gracias, no sabía que decir.


Volvió a sus menesteres, Gonzalo me dio la enhorabuena por la noticia (esa mañana me dijo bromeando que si no ganaba algo me tendría que volver trotando a casa, y mira por donde, al final algo gané, sin esperarlo), y me dirigí al guardarropa a por mis pertenencias.


Estaba totalmente empapado, así que entré a un vestuario (anegado de agua) a cambiarme.


La sensación al pisar el suelo frío con los pies desnudos fue casi orgásmica.


Cuando fui a salir no podía abrir la puerta, y tras golpearla un par de veces pidiendo ayuda nos la abrieron (por lo visto no sé podía abrir desde dentro, pero sí desde fuera).


Le habían puesto unos conitos para avisar de que el vestuario estaba fuera de servicio, pero me había pillado dentro.


Pregunté a Gonzalo que qué hora era, y me dijo que eran poco más de las 3 de la tarde


Me dirigí a ver las clasificaciones para comproabr que tiempo había hecho, y como pensaba de inicio, había pasado por poco las 6 horas.




Confirmé con el árbitro la hora de la entrega de premios y bajamos al centro a almorzar, llegando a las 16:50, con el tiempo justo de ver entrar a "Súper Paco" a meta.


Fue un momento muy emotivo, pensaba echarme una foto con él entonces, pero un enjambre de cámaras lo envolvió y desde megafonía se pidió que se le dejase espacio, así que pensé que sería mejor hacerlo en otra ocasión... ¡qué solicitado está!




Poco después la entrega de premios comenzó, con la categoría promesa, es decir, la mía, y me entregaron una copa de cristal transparente, muy bonita, y un vale para canjear por unas skechers en una tienda de Marbella.


La copa me la entregó el alcalde de Ojén, y el vale para canjear por las skechers Dolores Navarro, presidenta de Mujeres en las Veredas (gran labor la de este colectivo, que desconocía hasta la celebración de la prueba).






Nos quedamos a ver toda la entrega de premios, y al terminar, mientras nos dirigíamos a la puerta, el speaker comunicó que la meta se mantendría abierta algo más de lo previsto para permitir a los corredores más rezagados acabar la prueba (un gesto encomiable).

Al acabar de hablar, se volvió a escuchar el hilo musical (interrumpido mientras el speaker hablaba), y se oyeron los acordes finales de "Thunderstruck".


El día acababa de una forma épica, tal y como comenzó.


No sé si la carrera ha sido la más dura de Andalucía o no, ya que pienso que no tengo aun la experiencia suficiente para determinarlo, pero si que ha sido, sin duda, la prueba más dura a la que me he enfrentado hasta la fecha.


El recorrido ha sido precioso, los organizadores se lo han trabajado muchísimo, lo que se ha notado en todo momento, y el recorrido ha sido precioso, tenemos un paraíso a pocos kilómetros de la ciudad que creo que por desgracia muy pocos conocen.


Espero que el año que viene se repita sin falta, sólo el pensar cómo serán las vistas desde los puntos más altos de la sierra con un día despejado hace que el ascenso valga con creces la pena (por mi lo valdría sólo por atravesar esos parajes tan bonitos).


Desde luego ha sido una carrera de 10 en todos los aspectos (dureza incluida), por la que felicito a la organización, a Mujeres en las Veredas y a todos los entes y organismos que se han encargado de llevarla a cabo, ¡muchas gracias a todos por preparar una prueba tan bonita, nos vemos el año que viene!




Comentarios

  1. Enhorabuena y eso que ivas tranquilo,jajajaja.Otra crónica de 10 por como la has contado el año que viene no me la pierdo,descansa y suerte en Sevilla.

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    1. ¡Gracias Cris! Te la recomiendo completamente, estoy seguro de que te va a encantar. ¿haces Sevilla este año? ¡un saludo!

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  2. Estoy contigo ,preciosa carrera ,dura y un 10 a la organizacion.

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  3. Felicitaciones por la crónica como por el resultado¡¡¡¡¡
    Todo el "sufrimiento" de estas carreras , son caballos para tu motor. Así la proxima vez que corras en "Pujera", te parecerá un "agradable entranamiento". NO tengas MIEDO a enfrentarte a nada. Los límites están para superarlos.
    Hasta la proxima

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    1. ¡Muchas gracias Fran! hasta este año nunca me había planteado hacer un ultramaratón, pero ya tengo pensados algunos, si me va yendo bien el entrenamiento y me veo fuerte el año que viene estaré en el UTSB ;)
      ¡Un saludo campeón!

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  4. Enhorabuena por la carrera y la pormenorizada crónica.
    Efectivamente pensé que me adelantarías pues mis gemelos iban tocados. Pensé que el tramo de bajada sería coser y cantar pero las piernas ya no podían... Tampoco me esperaba esa dura subida después del habituallamiento de la Casa del Guarda. Cuando llegué al último tramo de tierra (que lo había bajado hace unos días en 15 minutos) tardé una eternidad y, aún conociendo ese tramo, me salí dos veces del sendero. En fin, para mí ha sido la más dura, y eso que conocía 3/4 del recorrido. Suerte en la Maratón. Saluda a los del Club.

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    1. ¡Buenas noches!
      Muchas gracias, por el comentario deduzco que eres José Manuel, ¿verdad?
      En esa parte final los dolores eran ya generalizados, creo que todos bajamos igual... de hecho en un momento dado iba casi a la par con un muchacho que llevaba una mochila de hidratación, cuando nos pasó un tercero.
      Me iba comentando que le habían dado ya dos calambres, pero estirando se le había pasado el dolor y podía seguir.
      El corredor que nos adelantó dijo "¿sólo dos calambres? vais de puta madre entonces..."
      Espero que coincidamos pronto, cuando me den más detalles de la carrera de Fuengirola te aviso.
      ¡Un saludo!

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    2. Sí, soy Jose Manuel. Quise poner foto y cambiar mi antiguo nick pero no me salió.
      Por cierto cuando llegué a casa todavía tuve otro maratón: ir al super a por la compra semanal. Cuando llegué a casa (a eso de las 9) me acosté sin cenar (y eso que sólo había comido el arroz de la carrera) pero es que no podía con mi alma.... Por cierto, he puesto "habituallamiento" cuando debía haber puesto "avituallamiento" pero es que hasta las neuronas están agotadas.
      Bueno, ojalá tengamos carrera pronto por Fuengirola. Nos vemos pronto.

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    3. Uff eso tiene más mérito aun, tras el trail por montaña la paliza del "súper"...
      Yo hoy he estado reposando, tengo las piernas mejor de lo que pensaba (sin problemas para subir o bajar cuestas y caminar durante bastante rato), pero anoche no era capaz de dormirme, entre el dolor de piernas, el de espalda y el de cuello y hombros... hasta las 4 estuve dando vueltas y lo poco que dormí estuve soñando con cuestas que no acababan jajajaja
      No te preocupes, te entiendo a la perfección, dejé la crónica para hoy porque ayer ya no era capaz de pensar con nitidez.
      Eso espero, dicen que la del puerto salió genial, espero que se repita.
      ¡Nos vemos pronto!

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  5. Excelente cronica....enhorabuena la proxima vez dire Inov jajajajaj

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    1. ¡Muchas gracias! jajaja no hombre, ya que me he dado cuenta de como es la pronunciación correcta no me la cambies que me lio jajaja cómo somos los españoles, adaptamos todas las palabras que pillamos jaja

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  6. Hola soy Salvador, del club La Vereita de Marbella, estuve varios momentos corriendo junto a tí con mi compañero Mario y soy el que te dijo que si solo llevabas un par de tirones ibas bien ja ja, ya que a mi me iban dando desde hacía ya algún rato, pero tambien hay que aprender a correr con esos tironcillos. La carrera preciosa y tu crónica tambien. al final hice 6,01 y te ví entrar. UN SALUDO

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    1. ¡Buenas tardes Salvador!

      Si no tuviese la maratón este fin de semana habría apretado más, pero creo que ya "reservando" (al final la montaña me hizo forzar más de lo previsto) voy a tener una semana de recuperación "durilla" jaja

      Muchas gracias y enhorabuena por el tiempo, seguro que el año que viene ya conociendo el recorrido lo bajamos considerablemente ;)

      ¡Un saludo crack!

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  7. ¡Muchas gracias Miguel!

    A principios de semana os contaré que tal, muchas gracias por el apoyo =)

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